Por Daniela Ramos García |
Esas veces que te acercas a un nuevo
director de cine, deben ser de alguna forma inolvidables, así fue como me pasó
con Wes Anderson. Y es que fui en un desorden filmográfico, para que acabara
con dos de las producciones que más me han fascinado y sobre todo gracias a una
persona muy especial.
Recuerdo tantas anécdotas con las películas
de este director y es que la primera que vi fue en un cine en Madrid. Fue la
única que estaba traducida al español y no doblada, como la mayoría de los films en ese país. Moonrise Kingdom (2012) no sólo destaca una realidad simple y gastada de
Estados Unidos como son los exploradores, sino que la hace muy peculiar, no por nada en
2012 obtuvo una nominación al Óscar por Mejor Guión. Los personajes se
centran en niños que experimentan sentimientos y situaciones como 'el primero amor' y los primeros acercamientos humanos; además de la diversión que gira en torno a estas situaciones, la película va tomando sentidos diversos por la grandiosa fotografía, los perfectos personajes
y sobre todo la presencia de Bill Murray (como en todas las películas de este
director, escritor y productor).
La segunda película que vi después de dos
años fue El gran hotel Budapest (2014),
película que no sólo me enamoró por la historia y la fotografía, sino por la
cocina y repostería que es tan notable en la cinta. Además hay una cantidad de
coincidencias bizarras donde se ve una clara influencia de México, la
literatura y la gastronomía. Esta comedia parte de una historia que al
mismo tiempo contempla cajas literarias dentro de una misma -que es la película-,
y no sólo te mantiene atento sino que te envuelve en toda la trama a partir
del personaje de un legendario conserje del famoso hotel que conocerá a un trabajador que al igual posee una personalidad única. El robo de una pintura y la amañada fortuna
de una familia rica y poderosa es lo que hace estallar esta historia.
Por otra parte, The Life Aquatic (2004) fue la penúltima película de mi 2014 de este
grandioso cineasta. La historia
gira alrededor de Steve Zissou (Bill Murray), un director y productor de documentales
de la vida salvaje que posee un gran buque y además, una flotilla que ha
adoptado como familia: su esposa -que es el cerebro de la industria en
altamar- y la aparición de un hijo desterrado. La belleza de esta producción
está en cómo se cuenta la historia, la interpretación precisa de cada personaje
y sobre todo, los elementos únicos que la caracterizan; como el submarino
amarillo, los niños y la crítica hacia uno mismo.
Finalmente disfruté una noche fría de
diciembre junto al calor humano de Ade, Viaje a Darjeeling (2007), una
película que se ha vuelto de mis favoritas en el mundo. La historia de tres
hermanos, con personalidades tan diferentes en un viaje precisamente en el
Darjeeling, un famoso tren en la India. La odisea desencadena una serie de circunstancias
que los lleva a unificarlos como compañeros de vida, además de que aprenderán
a comprenderse y sobre todo, a enfrentar el problema de su madre y la pérdida de
su padre; situación que los marcó de por vida. Owen Wilson, Adrien Brody y Jason Schwartzman
son los protagonistas de la historia que no sólo te enamorará por sus
personajes tan peculiares, sino por ellos mismos como actores. A través de esta historia
podrás recorrer una pequeña parte de la cultura hindú, los problemas de
hermanos y sobre todo el valor de siempre estar cerca de los nuestros.
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La autora: Daniela es egresada de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ha escrito desde hace 10 años en suplementos de música y cultura. Co-Editora en PueblaDos22 y medios electrónicos. Editora en Sexenio. Experiencia en Armenia, Colombia y España.