Cinetiketas | Por Jaime López Blanco |
Christopher
Nolan, el prestidigitador; el de las ideas incubadas (ó Inceptions) compuestas
para tramas complejas y laberínticas; el que sabe que el ambiente es un protagonista
más al servicio de las historias y no sólo un adorno (esto lo demuestra con
"Memento" e "Insomnia"); el británico que revive
hombres-murciélagos sin exentarlos de una crítica al lado oscuro de la
humanidad; el cuentista; el visionario; el hombre que ha revivido la creencia
en el buen cine comercial. Con su nueva cinta, "Interstellar", nos
lleva por los caminos de la fe, la ciencia y la capacidad del ser humano para
reinventarse. Pero no lo hace solo, sino que reinventa el fotograma fílmico
junto con su hermano.
Referente a
"Interstellar", su más reciente producción, Christopher y Jonathan
Nolan nos presentan la trama de un científico-granjero (Matthew McConaughey)
que vive en el campo con su suegro y sus dos hijos, dentro de un contexto
desolador en el cual el planeta Tierra está siendo exterminado por el daño
ambiental que ha sufrido a lo largo de los años. Un evento al azar (¿será
realmente el destino?) lo conduce a codirigir un experimento científico que
pudiera representar la última esperanza para salvar al mundo entero.
Como de
costumbre, el relato de los Nolan es montado con gracia e inteligencia. A pesar de los términos
científicos que, en un momento dado, pudieran aburrir o confundir, se siente un
interés por parte del realizador para hacerlos más accesibles a la audiencia,
sin perder de vista la historia humana o el argumento centrado en la figura del
padre-científico-granjero con su familia.
Los efectos
visuales son de primera, están para servir a la historia y no para servirse de
ella. Son realizados con sutileza y elegancia, además de ir de la mano con el
estupendo diseño de arte de los diferentes escenarios planetarios e
intergalácticos que Nolan nos presenta. Mención aparte para TARS o CASE, robots
con los que Nolan rinde cierto homenaje referencial a la inteligencia
artificial de "2001, Odisea en el
espacio", de Stanley Kubrick. Por otra parte, la banda sonora de Hans
Zimmer evita las alegorías musicales de la trilogía de Nolan sobre
"Batman" y crea un ambiente
sonoro apropiado para la historia que se está contando.
La fotografía
también ayuda a consolidar los ambientes pretendidos por
"Interstellar". A pesar de no contar con su cinefotógrafo de
cabecera, Wally Pfister (éste estaba concentrado en su ópera prima,
"Trascendence", que Christopher Nolan también produjo), lo realizado
por el suizo Hoyte Van Hoytema, fotógrafo experimentado de cintas alabadas
tanto por la crítica como por el público como "Her" (2013);
"Tinker, Taylor, Soldier, Spy" (2011) o; "Déjame entrar"
(2008); es sumamente peculiar. La
gelidez de algunos planetas, lo enigmático del espacio o lo suigeneris de las dimensiones
"Nolaniescas" no hubieran sido
posibles sin el tino y talento del cinefotógrafo suizo.
Quizá de los
pocos peros que se le pueden poner a la nueva película de Nolan, no siendo los
mismos imperdonables, tenemos algunos errores en su casting o el desarrollo de
algunos de sus personajes. En lo particular, hubiera preferido una
caracterización, de parte del departamento de maquillaje y peluquería, para
Jessica Chastain en la adultez de su rol o una interpretación más orgánica de
Matt Damon. También me parece mal seleccionado, a nivel físico, a Casey Affleck
para interpretar al hijo adulto de McConaughey. Por su parte, el histrionismo del protagonista (el propio Matthew) es
más que convincente, junto con el de Anne Hathaway o Jessica Chastain;
destacando mucho, por lo que deberemos tenerla muy en cuenta en el futuro, el
lanzamiento de la niña Mackenzie Foy.
Christopher
Nolan, junto con su hermano Jonathan, parecen entender el mandamiento sagrado
del arte cinematográfico: saber contar historias realmente entretenidas. A esto
siempre terminan por agregarle un plus,
una trama más cerebral que exige de la participación e interés del espectador
para que analice y disfrute hasta el mínimo detalle de lo que está observando.
Evitan, a cualquier costa, generar un público pasivo o haragán. Eso es lo que los ha distinguido
dentro del moderno cine comercial, a diferencia de realizadores como Michael
Bay o Steven Spielberg, quienes llevan como estandarte de sus argumentos el
tremendismo visual solo porque sí, a la primera excusa, por parte del primero,
o el chantaje emocional para cautivar a la audiencia, por parte del segundo.
Los Nolan son
más que "showmen". Venden pero te hacen sentir satisfecho con lo
que te entregan. Gozan de enormes presupuestos para sus más recientes
producciones pero aprovechan cada centavo para erigir una historia que combina
a la perfección forma y fondo. No juegan con nuestro tiempo, mucho menos con
nuestro dinero. Se siente bien invertido cada parte de su dinero y cada parte
de sus ideas. “Interstellar” es muestra de esto último, lo que confirma que dos
cabezas piensan mejor que una, o, que dos Nolan redimensionan cada vez mejor el
cine de Hollywood.