Cinetiketas | Por Jaime López Blanco |
A pesar de que un
importante número de críticos y seguidores han calificado a “The Hunger Games:
Mockingjay Part I” como la más débil de la saga, lo cierto es que la más
reciente cinta protagonizada por la actriz Jennifer Lawrence y dirigida por
Francis Lawrence (“Constantine”; “I am legend”; “Water for elephants”) no es un
trabajo deleznable.
La película contiene
interesantes apuntes sobre otro tipo de juegos: los que acontecen en el plano
político y mercadológico. De hecho, esto es lo que me pareció lo más atinado y
diferente de la cinta, la forma en cómo a través de los spots, las entrevistas
a modo y la publicidad se pueden manipular a las masas, ya sean éstas incultas
o politizadas, de derecha o de izquierda.
Como de costumbre,
Jennifer Lawrence no decepciona en su histrionismo: su Everdeen Katniss está impregnada de intensidad y vulnerabilidad sin
caer en exageraciones en ninguna de esas dos características. Quizá hay un par
de escenas que la muestran titubeante, pero eso se relaciona más con fallas en
el guión y el desarrollo de su personaje que con problemas en la actuación de
la joven actriz estadounidense.
Además, a diferencia de
una saga de vampiros y hombres lobo, “Sinsajo Parte I” cuenta con la
participación de talentosos actores como Woody Harrelson, Stanley Tucci, Donald
Sutherland, Jeffrey Wright, el fallecido Philip Seymour Hoffman y la siempre
efectiva Julianne Moore, quien se agrega a esta franquicia a partir de este
capítulo centrado en la gestación de la revolución de los distritos en contra
del capitolio.
El que percibo que no
tiene nada nuevo que mostrar es el hermano menor de Thor, el actor Liam Hemsworth, ya que su personaje carece de
profundidad debido a que lo limitan a ser el joven guapo y bondadoso de la
historia, cuasi mártir y cuasi santo, a diferencia de Josh Hutcherson y
Elizabeth Banks, cuyos Peeta y Effie, respectivamente, agregan nuevos
bordes interpretativos a sus caracteres.
El diseño de arte, el
vestuario y la fotografía oscurecen y se muestran austeros en comparación con
la película anterior, “Catching Fire”. También existen dos escenas que no
ayudan para nada al desarrollo del argumento; una tiene que ver con la obsesión
estúpida de rescatar a una mascota para dizque
imprimir algo de tensión al presente largometraje y; la otra, relacionada con
el triángulo amoroso de los protagonistas, la cual estorba un poco a la
narrativa de la película pero, supongo, que esto último se hace adrede, para
así complacer el gusto de los fanáticos
adolescentes.
A pesar de todo esto, “Juegos
del Hambre: Sinsajo Parte I” me parece un trabajo más que entretenido, con
mayor inversión cerebral en la escritura de su guión que muchas películas
centradas en jóvenes adultos. Aunque existen personas que critican la falta de
acción de la cinta, lo cierto es que Francis Lawrence sabe colocar tensión en
los bombardeos que no se ven a cuadro, en las miradas y diálogos de los
personajes o en algunas escenas interesantes como la del distrito de los
leñadores. Es decir, el director prescinde de la acción gráfica para favorecer
la guerra de las palabras y las emociones y no le sale nada mal. La revolución apenas se está gestando, el clímax
se va acentuando y un Sinsajo su vuelo
va comenzando.
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Por otra parte, sin contar con la gran campaña publicitaria que tienen “Los Juegos del Hambre”, Fernando Eimbcke presenta su más reciente producción titulada “Club Sándwich”, la cual cuenta un episodio en la vida y relación de Paloma y Héctor, madre e hijo que se encuentran vacacionando en un hotel en algún lugar de México y que se verán trastocados en su dinámica familiar y personal cuando conozcan a una adolescente de nombre Jazmín.
El realizador y escritor
mexicano, Fernando Eimbcke, sigue optando por los planos fijos para contar sus
historias. Quizá porque quiere llegar a transmitir esa sensación de cotidianidad
y de rutina en los sucesos que van viviendo sus personajes. Lo interesante de
su argumento, y uno de sus mejores aciertos, es que evita caer en los
melodramas baratos y ramplones para hablar sobre el despertar de la sexualidad
de unos muchachitos y el cambio de la
relación entre una madre y su hijo.
Aquí no hay cabida para
los diálogos chantajistas, ridículos, moralinos y amarillistas como en “Lo que callamos las
mujeres”; “La virgen de Guadalupe” o; “Mujer, Casos de la vida real”, para
mostrar los celos de la maternidad o los jugueteos sexuales entre dos
adolescentes. Como el buen cine, existen elementos visuales que cuentan y guían
la historia; predominan los buenos diálogos reforzados con una asombrosa
naturalidad para hablar sobre el cambio de preferencias de un muchacho de 15
años, quien ahora prefiere complacer a la nueva mujer que ha entrado a su vida,
y ya no a la que lo acompaña en su estancia vacacional.
María Reneé Prudencio está genial como la joven madre treintañera que se debate entre el cariño y
dependencia a su hijo adolescente o la libertad individual que debe ofrecerle
al mismo, para que éste construya sus propias y nuevas relaciones. Con gestos,
entonaciones de voz, miradas y movimientos físicos muestra los diferentes tonos
y sentimientos por los que va atravesando su personaje.
El sonido directo de la
cinta también es destacable, en particular sobresale una escena entre la madre
y el hijo en la piscina. Los diálogos son claros y los incidentales de la
película, durante todo el metraje, aportan y no estorban. En general, el “Club
Sándwich” de Fernando Eimbcke se percibe como la constancia del talento y la naturalidad
de un joven director mexicano que, a pesar de que considero no nos muestra su
mejor obra, se sigue abriendo puertas en la industria cinematográfica mexicana
con historias exentas de pedantería o tremendismo.