Cinetiketas-Por Jaime López Blanco-
Búsqueda, encuentro, evocación. "La danza del hipocampo", documental dirigido y
co-escrito por Gabriela Domínguez Ruvalcaba, es un trabajo que
se desmarca del montón por tratar un tema muy abstracto
con riesgo, sensibilidad e inteligencia. No es un trabajo que guste a fanáticos del convencionalismo, ya sea del cine de ficción o del documental; evita las entrevistas per se y centra su argumento en una serie de disertaciones filosóficas, científicas y emocionales sobre el
recuerdo, la memoria, y, la nostalgia.
Se
distingue por ser un híbrido de imágenes recicladas e inéditas, con diferentes formatos, que
se funden para dar forma a un relato poético donde lo complejo y laberíntico de la memoria humana es
retratado de manera acertada y congruente. El diseño sonoro y la fotografía son impecables y la voz en primera
persona es maravillosa.
Quizá el único pero que le pongo a este
trabajo, galardonado con el premio de la Mejor Película del Festival Internacional de Monterrey durante el presente año, es que se dicen tantas cosas en el guión que no todas las frases u oraciones se impregnan en la mente del
espectador. Aún así, es de lujo el comentario que sentencia que "el recuerdo, al igual
que la vida, es antes que nada una elección". Además, cuando uno se pregunta el por qué este documental posee algunos planos abiertos con extensa duración, durante los cuales, aparentemente, no ocurre nada, acaba descubriendo
que hay que disfrutar en tiempo real de aquello que estamos contemplando, como
debiera ser con todo lo que se nos presenta en la vida. ¿Cuántas veces nos hemos quedado viendo
un lugar simple y sencillamente porque nos evoca alguna emoción, alguna remembranza o porque asombra a nuestra mente? Imperdible, lástima que sólo se pueda encontrar
en el círculo de los festivales. Trate de buscarla en su ciudad. http://mexicodocs.org/project/la-danza-del-hipocampo-the-dance-of-the-memory/
"The giver" o "El dador de recuerdos" (por su título en español) es una cinta dirigida por el
australiano Phillip Noyce ("Salt", "The Bone Collector",
"Patriot Games") que versa sobre una sociedad utópica donde no existen los enojos, las envidias, las guerras, ni los
desastres naturales, debido a que se controlan las emociones y las decisiones o
los destinos de las personas. Todo parece equilibrio y normalidad hasta que un
joven, de nombre "Jonás", es elegido para ser el
nuevo receptor de los recuerdos y conocimientos de lo que antes existía sobre el mundo humano; su "Dador" (personaje interpretado
por Jeff Bridges), lo hará concientizarse sobre lo
extraordinario del libre albedrío.
Cinematográficamente hablando, el argumento de la película mencionada me parece una mala mezcla entre "Matrix"
(Hermanos Wachowski, 1999) y "Pleasantville" (Gary Ross, 1998) por
aquello de un mundo sonámbulo e ignorante que cree que es
dueño de su propia vida, al cual llegará un elegido para liberar a su comunidad del analfabetismo
emocional/existencial en el que se encuentra. Lo malo es que no existe ni la
tensión o la espectacularidad de
"Matrix" ni el gran diseño de arte, maquillaje o buen uso de
la fotografía blanco y negro de
"Pleasantville". "The giver" plantea un mundo sin colores,
pero la joven protagonista es puesta con todo el gloss posible para que, cuando la veamos en colores, sus labios
luzcan más atractivos (?)
Algunos
espectadores la catalogan como una imitación de "Divergente" (Neil Burger, 2014) pero lo cierto es que el
libro en el que se basa fue escrito antes (1994) por la estadounidense Lois
Lowry. Quizá lo mejor sea leer la novela para
comprender mejor las intenciones de la cinta, porque siento que el director
Phillip Noyce no logra transmitir ni la maduración del personaje de "Jonás" ni su pasión o emoción al descubrir un nuevo mundo. Se
queda corta en la ejecución y parece más un trabajo por encargo que realizado por convicción.
En cuanto a
las actuaciones, Jeff Bridges es muy buen histrión pero no entrega su mejor papel,
ya que parece ser encasillado últimamente en el personaje del
anciano que orienta ó ayuda a los jóvenes elegidos ("R.I.P.D."; "True grit"; "Tron
Legacy") para cambiar el rumbo de las cosas. Meryl Streep también es mal dirigida y luce acartonada y estereotipada; una cosa es que
interprete a una antagonista conservadora y parca y otra es que ponga cara de
"pedo" durante toda la película. Además, quien le haya hecho ese look la
detesta, ya que parece Angelica Houston en su papel de "Morticia
Addams". Mejor habría que revisar el libro
en el que se basa la cinta.
"The Equalizer", protagonizada por Denzel Washington
y dirigida por Antoine Fuqua ("Training Day", "Tears of
sun") sirve como un vehículo de lucimiento para el actor
afroestadounidense, el cual funciona gracias a que está realizada con una muy buena producción y con mucho estilo; entretiene, divierte y genera empatía con el personaje principal.
Al leer su
sinopsis y ver el trailer, esperaba una película que reviviera los prejuicios y la eterna rivalidad de la
"Guerra Fría" donde los rusos son vistos
como los villanos del mundo, pero una vez revisada la obra en cuestión, descubrí un argumento que logra desmarcarse un poco de esa precaria
concepción de las cosas, para así fotografiarnos un Estados Unidos corrupto y patético, con una justicia ciega y una policía putrefacta.
Denzel
Washington es glorificado con su personaje pero es innegable su carisma,
portentosa presencia, veracidad y legitimidad. Uno como espectador comienza y
termina por apoyar la justicia ciudadana del ecualizador de Washington porque, quien
todavía tenga algo de sangre caliente en
sus venas, va a estar de acuerdo con las causas que su personaje defiende. Chloe Moretz, como de costumbre, cautiva con
su dulzura. Dominguera y con un buen
score de parte del británico Harry
Gregson-Williams junto con un electrizante soundtrack (especial atención a la rola “Vengeance” de Zack Hemsey).
"Oh Boy" o "A
coffe in Berlin", del año 2012, es una ópera prima alemana escrita y dirigida por Jan Ole Gerster y
protagonizada por Tom Schilling. Trata acerca de un día en la estancada vida de “Niko”, joven yuppie de veintitantos
años, que se la pasa deambulando entre
la rutina y el ocio existencial. Sin embargo, su mundo parece cambiar cuando se
enfrenta a la pérdida de su tarjeta de banco durante
una jornada caracterizada por encuentros extraños, malas decisiones y la búsqueda incesante de un buen café, que lo obligarán a encontrase consigo mismo.
Es una
cinta filmada en blanco y negro que pareciere una especie de homenaje al clásico "Manhattan", del director estadounidense Woody Allen, por
su tipo de fotografía donde se emplazan paisajes
contrastantes y bellos de Berlín (pero que también puede entenderse como el reflejo del estado de ánimo del protagonista); por su banda sonora que suena a jazz y; por el
tratamiento de un personaje que parece vivir en el infinito estancamiento
existencial.
Sin
embargo, la ópera prima de Jan Ole Gester brilla
por su propia cuenta al entregarnos uno de los mejores guiones que he
atestiguado: detallista de principio a fin, sólido, honesto, espontáneo y simbólico. Es una historia que fluye
de manera natural como la vida misma y que cierra el círculo argumental hasta su última escena. Oda a uno de los
mejores placeres de la vida, el café.
Quien no se
reconozca, aunque sea en parte, en la supervivencia emocional de la ordinaria
vida de "Niko" puede que esté mintiendo, porque cada uno de nosotros, a nuestra manera, hemos llegado
a sentirnos extraños, ajenos y estancados en algún momento de nuestras existencias. Muy
recomendable pero con la sugerencia de que hay que tenerle paciencia, porque su
brillantez entra de poquito en poquito, ya que se aleja del ritmo frenético del main stream
hollywoodense.