Cinetiketas-Por Jaime López Blanco-
Es interesante dejarse llevar por la propuesta cinematográfica “Un paseo
por las tumbas” (A Walk among the
Tombstones, 2014), protagonizada por el siempre efectivo actor de origen
irlandés Liam Neeson (“La lista de Schindler”, “Michael Collins”, “Star Wars:
Episode I”, “Batman Begins”, “Taken”) y dirigida por el guionista
estadounidense Scott Frank (escritor de cintas como “Minority Report”, “Out of
Sight”, “The Interpreter”, etc.), ya que la misma sirve como un vehículo para conocer o redescubrir el género del cine noir
o cine "negro".
La trama en apariencia es simple: un policía retirado (Liam Neeson) y
venido a menos – ahora es un clandestino detective privado- es contratado por
un narcotraficante para encontrar a los secuestradores de su esposa. Todo esto
enmarcado en la época previa al inicio del tercer milenio (1991 y 1998) y con
una sombría Nueva York como escenario.
La secuencia inicial es magistral: existen planos de ubicación y movimientos
de cámara que te introducen al mundo del protagonista -una especie de antihéroe
encarnado verazmente por el mencionado Neeson- que se volverá pieza fundamental para comprender
parte de las motivaciones y psicología de su personaje. También existe una escena en que la imagen se
va a blancos y negros y te exhiben el título y nombre del actor principal como
lo solían hacer las antiguas películas de cine noir. La cloaca apenas acaba de ser destapada.
Ahora bien, la trama incluye también una compleja investigación,
relacionada con la búsqueda de nuestro antihéroe a través de la oscura verdad
existente detrás del secuestro de la esposa del traficante (dicha
investigación, cada vez más enredada, constituye una de las reglas del filme noir), la cual va
sumergiendo al personaje en una espiral de violencia y perversión que simboliza
parte de la decadencia de una sociedad en estado de putrefacción (otra de las
reglas del cine noir). Igualmente hay una clara referencia, en uno de
los diálogos del argumento (emitido por uno de los personajes de soporte),
respecto a detectives de la literatura noir, como lo son Sam Spade o
Philip Marlowe.
Hasta acá todo va bien. El problema se presenta cuando, a pesar de que la
cinta es dinámica -no necesitó tantas escenas de acción no justificadas para
atraer nuestro interés- pudo haber sido mejor; es decir, inolvidable (quizá un
poco en el tono de películas como “Los Ángeles al desnudo”, de Curtis Hanson o
“Memento”, del británico Christopher Nolan). Funciona como homenaje al cine negro o como entretenimiento, pero se
queda corta en el impacto de su contenido social; eso se percibe en la
reacción de la gente que, al término de la función, abandonó la sala con cierto
aire de indiferencia cuando se hablaba de feminicidios, una problemática
atemporal que nunca hay que ignorar o minimizar.
Liam Neeson, como de costumbre, otorga prestigio y credibilidad a cualquier
historia o argumento. El resto del casting cumple tanto con los perfiles
físicos como emocionales de sus personajes, destacando la presencia del
adolescente afroestadounidense Astro (quien interpreta a TJ). La fotografía es cuidada, sobre todo en las
escenas con poca luz o con lluvia, y la dirección es acertada (destaca la
elaboración o atención de los detalles en las escenas violentas).
Sin embargo, existen cuestiones que no me permiten catalogar a “Un paseo
por las tumbas” como una de las películas de la lista de lo mejor de lo que va
del presente año cinematográfico: la falta de aquella mujer fatal (otra de las
normas establecidas por cine noir); la ausencia de mayores simbolismos que
evidenciaran más acertadamente el slogan del cartel de la película (“La gente
teme a las cosas equivocadas”) y; la necesidad de más planos en contraluz para
enmarcar mejor la psique de algunos personajes.
Quizá mi problema en sí no es con la película,
sino con el darme cuenta –tristemente- que, sin casi notarlo, en un abrir y
cerrar de ojos, ya vivimos en una sociedad noir: decadente, putrefacta y
sin sensibilidad social respecto a los crímenes en contra de mujeres. Vivimos
más preocupados, e interesados, en los errores tecnológicos que en los errores
garrafales del ser humano. Un noir panorama.