Cinetiketas-
Por Jaime López Blanco-
Dentro del marco de la
18va. Edición del Tour de Cine Francés en México, se puede visionar el
largometraje titulado “Chicos y Guillermo, ¡A comer! (Les garcons et Guillaume,
À table!, Francia, 2013), ópera prima
del también actor Guillaume Gallienne, con un guión de su propia autoría. La historia retrata -de
manera autobiográfica- el tránsito de Guillermo de la adolescencia a la adultez
y la forma en que la relación con su madre fue configurando gran parte de su
identidad o modo de ser.
Aunque el tráiler de la
cinta lo presenta como una comedia desparpajada, lo cierto es que se trata de
un argumento que oscila entre la comedia inteligente y el discurso de avanzada.
Se tocan temas importantes y actuales como la diversidad sexual o la
construcción del yo a partir de la opinión de los demás.
La película arrasó con las
categorías más trascendentales en los César del presente año (el equivalente al
premio Oscar en Francia): Mejor Película; Mejor Ópera Prima; Mejor Actor; Mejor
Adaptación y; Mejor Montaje. También fue exhibida dentro de la edición del año
pasado de Cannes, en la sección denominada “La quincena de los realizadores”.
Uno de sus mejores logros
es conjuntar, que vayan adecuadamente de la mano, lo teatral y lo
cinematográfico; el maravilloso montaje se encarga de esto último. Se percibe
una narrativa fluida, nada atropellada,
la cual nunca se ve limitada por el formato solemne que pudiera llegar a tener
el monólogo que hace el personaje principal (Guillermo), cuando va contando
intimidades de su vida, siempre parado sobre un escenario minimalista.
La interpretación de
Guillaume Gallienne es excepcional. Actúa como su “Yo adolescente” pero también
personifica a su madre. Esto último lo realiza sin caer en la burda parodia o
la imitación de pastelazo. Los modismos y la entonación de voz que emula de su
progenitora se sienten naturales y sumamente honestos.
Existe una estupenda
secuencia que rinde homenaje a la feminidad del universo. Hay cumplidos para
las mujeres que conforman la familia del realizador y que, de una u otra forma,
lo fueron marcando durante la búsqueda de su identidad y de la consolidación de
su orientación sexual. Sin embargo, el tercer y último acto luce precipitado.
Aunque el inicio y el
clímax de la película nos presentan una historia amena, divertida, fresca y
vanguardista, el desenlace se siente abrupto. Esto evita que se cierre
correctamente esta “carta de amor” que el director/actor dedica a su madre,
provocando que no se concluya -de manera atinada- su círculo de “cuitas”
personales reflejadas en la pantalla grande. Además, existe un gag (broma o chiste) que bien pudo ser
contado una sola vez porque, de otra forma, se vuelve harto predecible y
repetitivo (dicho gag incluye la aparición innecesaria de la actriz Diane Kruger).
No sé si “Chicos y
Guillermo, ¡A comer!” sea la mejor obra exhibida dentro del más reciente Tour
de Cine Francés, ni estoy seguro si en verdad merecía convertirse en la mejor producción del año dentro de su
país, ya que dicho ejercicio exige observar todas las obras seleccionadas. De
lo que sí estoy convencido es que Francia ha optado por darle distribución a
una comedia autocrítica y liberal, que encuentra en el humor y la sensibilidad la
mejor manera para hablar acerca de las vicisitudes existenciales del individuo
del siglo XXI; ese que, a pesar de jactarse de ya ser cosmopolita y moderno, y
de haber ya superado otras etapas evolutivas, aún tiene mucho que aprender y
mejorar dentro de los mundos –propios y ajenos- de la familia y la sexualidad.