Hoy una chica llegó y me dijo que era tóxica. La verdad es que aunque
en un principio morí de risa, mi tarde se quedó con la palabra flotando
por todos lados a los que iba. Así que me puse a divagar en qué era ser
una mujer tóxica. Lo primero que vino a mi mente es que tenía roña,
gripa o algo que pudiera haber contagiado a alguien, pero mejor corrí al
gugul para que me definiera y reafirmara el origen de tan
peculiar palabra, siempre consiente de que aquella chica estaba un
poquito molesta y que nuestro encuentro no fue muy amigable.
Yo no tuve ni tiempo de contestarle algo decente ya que me agarró en uno de esos momentos en los que voy analizando las Reformas Energéticas, orando por el Dalai Lama y haciendo un resumen de las más bellas obras de Beethoven,
por lo que lo único que salió de mi boca fue un “¿Me das permiso? Voy
tarde a una entrevista” al mismo tiempo que la hice a un lado y seguí
derecho. Todavía paré un momento y volteé a verla para comprobar que el
patético momento había sido real.
La primera definición que encontré es que tóxico corresponde a ‘una
sustancia química que produce efectos perjudiciales sobre un ser vivo’.
–Ouch- pensé, ¿pues tan mala persona soy? Seguí leyendo mientras me
mordía las uñas y me atormentaba al saber que alguien que no me conocía
podía describirme con esa palabra.
La chica de la que les hablo debe tener unos 21 años y hasta donde
tengo entendido es una brillante alumna con un futuro prometedor como
escritora *cri-cri*; y al parecer está furiosa porque su actual príncipe
azul, el cual salió conmigo un par de semanas, a la fecha no ha
superado uno que otro detallito. Si me preguntan no lo culpo, la verdad es que como novia soy un amor. Ok, no.
Total que decidí irme a la etimología para evitar disgustos y conocer además mis
orígenes. Resultó que la palabra viene del latín toxicus, que derivo en
español en el sustantivo tósigo que significa veneno. -O sea que además
de tóxica hasta ponzoña tengo- pensé en voz alta, tan alta que mis
demonios empezaron a molestarme trayendo a mi mente a las dos o tres personas que
alguna vez queriendo o no lastimé y en ese momento enloquecí, cerré
rápidamente la página con esa definición y busqué mil más, parecía que
nunca iba a encontrar nada bonito hasta que dos llamaron mi atención
completamente:
La palabra tóxico deriva del griego τοξικός (toxikós, «relativo al
arco») y éste de τόξον (tóxon, «arco, flecha») pero el significado
actual proviene de la expresión τοξικὸν φάρμακον (toxikón fármakon), que
significa veneno para aplicar en las flechas.
El asunto sigue estando feo, y sí, ya sé que están pensando que debí defenderme decentemente y decirle más que eso,
pero vamos, tampoco me iba a poner a explicarle que el insulto que
escupió (cual veneno) era en realidad el mejor que me habían hecho en la
vida. Les explico.
Buscando y rebuscando algo decente encontré por ahí una definición muy romántica y
rosa que narra un maravilloso mito. Resulta ser que una de las 12
pruebas que la diosa Hera consigna a Hércules consistía en matar a una
serpiente de 9 cabezas llamada Hidra, el problema era cada que Hércules
le cortaba una cabeza ésta se regeneraba por lo que parecía imposible
acabar con ella, finalmente y para no hacerles el cuento largo se dio
cuenta de que si empapaba la punta de las flechas con sangre de Hidra,
la cual era venenosa, acabaría con ella, es decir que la mataría con su
propio veneno. Cuenta la leyenda que la sangre de Hidra fue ocupada
desde ese momento para hacer fuertes daños en el organismo e inmovilizar
a todo aquel se descuidara, deteriorando los músculos, provocando
inflamaciones, dificultado la respiración y sobre todo paralizando el corazón de cualquiera que tuviera contacto con ella pues era altamente tóxica.
Entonces me di cuenta de que el insulto cobraba sentido y que paralizar corazones no era mi culpa, era parte de mi naturaleza.
Touché.