El Reino de las Bestias-
Por Mariana Quezada-
“No se pide la libertad, sino apariencias de libertad. Por tales
simulacros el hombre se esfuerza desde siempre. Por lo demás, dado que la
libertad no es, como se ha dicho, más que una “sensación” ¿Qué diferencia hay
entre “ser” libre y “creerse” libre?”
-Emile Cioran-
Miro al horizonte de engaños donde
me perdí y tejo guiñapos con mis recuerdos, disidente me alejé de la moralidad
de la jaula de los leones que no eran más que zafios hipócritas. Los fríos
desiertos ya oscuros de la ciudad me comen a cada paso, estoy cansada, borracha
y sola. Recuerdo todas las preguntas de
las cuales nunca tuve una respuesta, y por algún motivo no muy claro, siguen
martillando mi cabeza. Parece que escucho la respuesta. Pero no, sólo es el
claxon de un carro que pasa junto a mí, seguido de un trueno que me avisa que
la lluvia esta por venir.
Y comienzan a caer igual que yo.
Las gotas de agua mojan y golpean mi cabeza y mis hombros y luego se resbalan
hasta mis caderas. Esta noche no hay amigos, no hay familia, no hay un techo,
ni más bebidas. Estoy sola y apenas puedo caminar. Todas las risas pasan por mi
cabeza y parecen provenir de algún lugar fuera de mis pensamientos, como música
de fondo a las imágenes borrosas que se forman entre mis recuerdos y la poco nítida
imagen de la calle donde camino nublada por mis lágrimas.
Y llego al fin al cuarto mugriento
y vacío donde he conseguido hospedaje, me espera ya en mi puerta ese perro
flaco y golpeado que se convierte en hombre y se abalanza sobre mis piernas
débiles por tanto vagar. Es tan débil como yo, aúlla con las pocas fuerzas que
le quedan para arrancar de mi esencia las pocas ganas que me quedan de ganar.
Le pido entre susurros que nos consumamos en el fuego que danza entre la
mordacidad de nuestras palabras, y le muestro hasta donde está dispuesta a
llegar la reina de las bestias por arañar el cielo. Nos arrastramos entre las cenizas
del piso que dibujan el contorno de nuestros cuerpos bestiales.
Me retuerzo casi al borde de la asfixia antes de salir a la calle, para contener la locura de sus ojos. Sólo en la oscuridad, donde tus inquisitivos pensamientos no alcanzan a vislumbrar lo que realmente anhelo. Las risas hacen eco en mi cabeza, los colores parecen brillantes y el cielo se confunde con la copa de los árboles imaginarios que se forman con las sombras de las nubes tormentosas sobre mi cabeza. Todo parece estar bien... entonces regresa entre mis nubes y trastorna mi sueño... luego con la lluvia, como siempre, se evapora una vez mas...
Se siente cómo corroe el alma, cómo asfixia y apuñala. Tal como si quisiera evitar que respire. Las luces brillan aun tras mis parpados cerrados, y el eco de los golpeteos de las manecillas del reloj al moverse y detenerse cada segundo que pasa se queda entre mis pensamientos hasta que el sol nace y con el muere al fin mi conciencia. Se siente como se vacía el corazón, como se seca en soledad constante. Vacío, nada, eso es todo lo que hay.
En tan sólo un instante se me esfuman los sueños, en tan sólo segundos se desdibuja mi sonrisa, en tan sólo unos pasos pierdo y recupero a consigna mi libertad.
Explota tan rápido como se
integra, cada fracción de segundo pierde sentido tras encontrarlo, miente tanto
como a la verdad, cada día duerme tan pronto como despierta… cada rostro es mas
irreal que el anterior.
Las noches se han vuelto más
brillantes que los días, ya no distingo entre los recuerdos, los sueños y la
verdad. He perdido la noción de la conciencia, del tiempo, de la diferencia del
bien y el mal, de la noche y el día, de lo que es real y lo que no, cada
amanecer despierto en una pesadilla más horrible conforme vuelvo a dormir. Nada
parece tener un sentido lógico, todo se vacía conforme ese aroma pútrido lo
llena. Todo lo que algún día importo a dejado de tener valor.
No me escuchaste, me pediste que
eligiera lo imposible, me dijiste que te mirara mientras te arrancabas los
ojos. Ahora sólo veo dos cuencos vacíos donde solía pasar los días mirando el
mar, cada día tus recuerdos son más parecidos a mentiras. Cada instante te miro
en el espejo y resultas más desconocida.
Siempre han de ser tres. Jamás
sabrás a quien hablarle.
Es de nuevo esa pesadilla donde
corro sin mover los pies,
voy entre bosques de neblina
gritando sin que mi boca emita sonido alguno, huyendo de donde jamás he podido
escapar.
Ya no sé hasta dónde termina la
realidad. Los días se han convertido en monótonas prisiones, las risas en
cintas que se repiten a intervalos cortos delimitados por el sonido de las
gotas del jugo de tus ojos al chocar contra el piso.
Me arrastro entre las cenizas del
cigarro,
Me retuerzo entre la pus de mis
ojos cansados,
Me obligo a mirar al frente y a
sentirme omnipotente.
¡He luchado por mi libertad y por
la convicción de pensar y sentir!
Pero vamos, qué es la libertad,
sino el libre albedrío de los corazones necios, la lucha se ha vuelto en poder ejércerlo
ante las decisiones convenientes para mi zahareño demonio interior que ha de
arrastrarme a los profundos abismos de lo que la gente y las religiones a las
que tanto critico llaman bien o mal. No se juzga a un felino por devorar a su
presa, ya que ante nuestra ciencia lo llamamos “natural” ¿Por qué juzgar a una
bestia humana por defender su identidad?
Basqueas entre las grietas de mi
alma mentiras, escupes entre mis muslos tu falsa moral, y lloras sobre mi pecho
también por recuperar las alas que dios nunca te dio.
Pasan rápido los días cuando
consigo dejar de pensar, pasan lentos los segundos cuando te espero. Me dijeron que el tiempo era una constante,
ahora pienso que no hay nada mas relativo.
*******
La Autora: Bestia que camina por los escarpados senderos de la vida siempre en busca de nuevas metas. Reina de sus propias bestias y de las que se pongan en su camino también. Explosiva, impredecible, indomable. Bióloga en formación, vocal estudiantil de la Sociedad Mexicana de Zoología, anti taurina, siempre a favor de la vida, locutora de radio y conductora de televisión, cantante y escritora, ávida de destapar cada frasco de vida en el estante. Mariana Quezada una chica con la sagacidad del jaguar, la fuerza del tigre y la mordacidad de un reptil.
*******
La Autora: Bestia que camina por los escarpados senderos de la vida siempre en busca de nuevas metas. Reina de sus propias bestias y de las que se pongan en su camino también. Explosiva, impredecible, indomable. Bióloga en formación, vocal estudiantil de la Sociedad Mexicana de Zoología, anti taurina, siempre a favor de la vida, locutora de radio y conductora de televisión, cantante y escritora, ávida de destapar cada frasco de vida en el estante. Mariana Quezada una chica con la sagacidad del jaguar, la fuerza del tigre y la mordacidad de un reptil.