Por María Choza-
Manzanos
Estaba
el árbol de ojos en medio del pueblo. Todas las tardes mucha gente se reunía a
su alrededor para ver cómo cambiaba. Uno a uno, los ojos iban cerrándose hasta
que el árbol quedaba ciego.
Una
tarde simple, llegó a él un cíclope extranjero. Se sentó con todos, compartían
comida y bailaban. El cíclope comía una manzana y se acercó al árbol para verlo
mejor. Entre los ojos encontró uno de bonito color y lo arrancó para ponérselo.
Dejó su manzana en lugar del ojo.
Después,
todos los ojos se volvieron manzanas.
Así
nacieron los árboles de manzanas.