Sin tí-tulo

Por Breña Román

Es la una con veinte pinches minutos y yo ni de chiste puedo dormir. Acostada desde las 10:58, por ahí de las 12:20 me puse a ver nuestras viejas fotos, leer tus mensajes y escuchar el playlist que lleva tu nombre con un insípido corazoncito a un lado, tú sabes, la bonita y estoica pinche mala costumbre de autoflagelarme pensando en ti, y ahora sí, de plano, no podré dormir... Una vez más me has robado el sueño, como en los viejos tiempos, de una manera tan discreta y siniestra que aterra y hace pensar en un asesino oculto en las sombras, calculando el momento ideal para abalanzarse a su presa, así tú querido, tú eres el asesino y tu recuerdo el arma mortal que destruye mis posibilidades de encontrarme con Morfeo, obligándome a permanecer en el mundo del insomnio toda la jodida madrugada. Me pregunto si alguna vez yo te he robado el sueño de esta manera tan galante y a la vez funesta como tú lo haces conmigo. Me muero por mandarte un mensaje y decirte que te extraño, que vuelvas, que te quiero, pero mejor lo pienso dos veces, pues si tu simple recuerdo es capaz de robarme el sueño un lunes en la madrugada, no me quiero ni imaginar las consecuencias que me podria acarrear el tenerte a mi lado, igual y terminarías por robarme el alma, pero esa ya la perdí; hace mucho tiempo se la aposté al diablo, muy segura de que volverías y al final tú, el diablo y yo sabemos no lo hiciste; me quedé sin alma y sin ti. 

Así que ahora estoy aquí, escribiendo estas líneas, mientras cigarro tras cigarro me fumo lo poco que queda de mí, inhalo tabaco, me exhalo a mí misma, lentamente subo convertida en humo y me evaporo buscando entrar en tu mente, intentando mezclarme con el humo que tu también exhalas en la oscuridad de tu habitación, tratando de expulsar de tu ser lo mucho que queda de mí dentro de ti.


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