Los ladrones viejos: leyendas del artegio mexicano

Algunos de los "zorreros" más buscados en los años sesenta y setenta cuentan sus historias desde la cárcel.

Cinema Coyote | Por Alejandro Carrillo

@alexiliado


En las entrañas de Netflix hay un documental bastante entretenido para los que nos regocijamos con las leyendas del artegio y las proezas de los antihéroes. Los ladrones viejos (2007) narra las historias de algunos de los rufianes más famosos de la Ciudad de México durante los años sesenta y setenta.

El realizador Everardo González logró reunir los testimonios de “El Fantomas”, “El Carrizos”, “El Burrero”, “El Xochi” y “El Chacón”; directamente desde las cárceles en donde cumplen sus condenas, algunos de ellos no las alcanzarán a cumplir.

“Me gustaba la buena vida. Me gustaba mucho vestir bien y siempre me ha gustado.”

Durante 97 minutos, los viejos ladrones cuentan con nostalgia y orgullo las hazañas y tragedias que los llevaron a convertirse en los criminales más buscados de la época, así como los principios, códigos y bondades del oficio de robar discretamente y sin violencia. Algunos exagentes de la judicial también intervienen en el filme, narrando los cochupos, tejes y manejes que había entre policías y hampones por aquellos años.

Los retratos extraordinarios de una sociedad lejana y una ciudad extinta, son quizá el mayor atributo del largometraje que incluso llegó a obtener un par de arieles y un sinfín de nominaciones entre festivales y muestras cinematográficas a lo largo del país.

El perfil del criminal cambió porque la sociedad también lo hizo. Somos otros respecto de aquellos años. Nada tiene que ver, por supuesto, el robo con el tráfico de drogas, ni los vínculos que hay en el poder entre un ladrón y un policía de la secreta, y un capo de la mafia con un funcionario del gobierno federal.

-Everardo González

Destaca por completo la historia de Efraín Alcaraz Montes de Oca, alias “El Carrizos”, el más sibarita y elegante de los zorreros, famoso por llegar a ser el criminal más buscado de la ciudad y por librar la justicia infinidad de veces. Narra con cierta vanidad y con una invariable mueca burlona aquellas veces que hábilmente se internó en las residencias de los expresidentes Luis Echeverría y José López Portillo para birlarles infinidad de joyas, pieles y dinero; no sin antes soltar la mordaz e inconclusa frase: “Ladrón que roba a ladrón…”, pero sin los cien años de perdón, ya que en este caso la cárcel es el riesgo del oficio.

Sin duda, Los ladrones viejos de Everardo González es un excelente documento que entretiene y rememora la vida de la sociedad mexicana a través de personajes marginales que nos recuerdan que todo tiempo pasado fue mejor.

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