Hace veinte años —el 3 de marzo del año 2000—
el verdadero rock and roll se lanzaba a una alberca desde una habitación en el
noveno piso del Hotel Aconcagua en Mendoza, Argentina, justo un día después de
haber tocado en un espectacular concierto junto a Mercedes Sosa y Nito Mestre y
horas después de haber generado una riña en un bar donde él y su culto, whisky
de por medio, habían ido a celebrar el
éxito del recital. Mira el tamaño de esos huevos, es Charly García, señores.
Los que me conocen saben que tiene poco tiempo que exploro
el vasto universo del rock argentino, en realidad todo empezó el mes de
diciembre de 2018 en una de esas tantas ocasiones en que mi pareja —ahora
ex—
me citó en una plaza comercial aplicando el clásico “tenemos que hablar”. Se
habló lo que se tenía que hablar y me quedé vagando en una Bodega Aurrera dando vueltas por los pasillos y por mi cabeza,
evitando estacionarme en el corredor de vinos y licores para no caer en la
tentación, así que opté por abstraerme en el botadero de DVD’s de $15.99 pesos
y entre tanta paja encontré el Charly
García – En el Coliseo 50 años y no dudé en llevarlo.
Hasta antes de este momento había sido estúpidamente radical
en cuanto al rock sudamericano y siempre fui muy chilensis. Pero con Charly me llegó luego Serú Girán, Sui Generis,
Spinetta, Aznar, Tanguito, Divididos, Ratones Paranoicos, Estelares y así se me
fue todo el año. En diciembre de 2019 pude compartir con una súper banda argentina que visitó México y me recomendaron la discografía que me ha robado los primeros
meses de este 2020.
Fue curioso encontrar que una cantidad importante de las
canciones que en los dosmiles sonaban como hits en México y que fueron
interpretadas por diferentes monstruos del pop como Julieta Venegas, Paulina
Rubio, Enrique Iglesias o Diego Torres —por mencionar algunos— fueron compuestas por Roberto Fidel Ernesto
Sorokin, alias Coti, rosarino de 46
años con una larga e impresionante carrera musical; en los 90’s empieza a
escribir canciones para otros artistas, a chambear con Andrés Calamaro como su
guitarrista de estudio y a producir a algunos de los personajes más importantes
del rock latinoamericano, pero es hasta el 2001 donde decide armar su propio
álbum de la mano del multi-premiado productor Cachorro López y desde entonces
no ha parado de ser uno de los músicos más prolíficos de la música argentina. Dejo
aquí una playlist con canciones imprescindibles de Coti.
Sin embargo, la rola de “El Bob Dylan latino” (según Andrés
Calamaro) que he desgañitado en las últimas pedas con mis amigos es,
curiosamente, un folk tompettiano en el que Coti graba todos los instrumentos
excepto un pedal steel atmosférico
que interpreta magistralmente el guitarrista catalán David Soler. Me bastó escuchar
una vez la línea “Yo toco en una banda de
mi amigo el verdadero rock and roll, habló de sus amores, de sexo y de la
locura, de drogas y del tiempo en que volteaba dictaduras” para saber de
quién estábamos hablando; hay contados personajes en la historia de la música
que le han plantado cara a dictaduras militares, en los setentas y ochentas
Carlos Alberto García Moreno lo hizo y venció.
La neta “El verdadero rock and roll” es un rolón, y el del
bigote bicolor no merecía menos. Se cuentan muchas anécdotas sobre Charly, como
cuando niño increpó en pleno recital al emblemático Eduardo Falú para decirle
que la quinta cuerda de su guitarra estaba desafinada o la vez que —compartiendo
escenario con Sting, Bruce Springsteen y Peter Gabriel— dice “acá el jefe soy yo”. Lo cierto es que el homenaje que Coti Sorokin
hace a García con ésta canción (incluida en su álbum Malditas canciones) es “un agradecimiento a lo que él le dio a los
músicos de mi generación y un homenaje a alguien que le dio mucho a la música
nacional”.
La canción tiene una carga nostálgica cabrona y que además finaliza con una frase del tema “Aprendizaje” de Sui Generis cuando Charly se burlaba de la doble moral burguesa “aprendí a ser formal y cortés cortándome el pelo una vez por mes”. Según Sorokin al componer la canción él pensaba en:
La canción tiene una carga nostálgica cabrona y que además finaliza con una frase del tema “Aprendizaje” de Sui Generis cuando Charly se burlaba de la doble moral burguesa “aprendí a ser formal y cortés cortándome el pelo una vez por mes”. Según Sorokin al componer la canción él pensaba en:
Una declaración de principios y a la vez un homenaje a lo que para mí es el verdadero rock and roll. Él llora más que grita y dice más de lo que canta. Él nos ha enseñado que la rebeldía no es un tesoro exclusivo de la adolescencia, que la utopía está más viva en las canciones de nuestros maestros que en los panfletos…
Como músicos y creadores hay mucho que aprender y reflexionar al
respecto, pues como dice Coti “Es tener la cabeza abierta porque hay más
rock and roll en el tango, en el
flamenco o en el jazz de lo que creemos a simple escucha. Charly fue uno de los
que nos enseñó que el verdadero rock and roll es aquella música que se deja
influenciar por el tango y por muchísimas otras músicas, y que no es un
compartimiento estanco…”; yo estoy convencido que la canción tiene que
verse, de manera obligada, como un género, de la forma en que lo hacen estos
dos gigantes y trabajarla haciendo a un lado el purismo rocanrolero. Pongo el
tema en la mesa.
¿Es Charly García el verdadero rock and roll? Sí y Coti
también, say no more. Aquí la rola: