Cinetiketas | Jaime López Blanco |
Recomendación en Video (ó el Cine Chiquito)
Hace un
año, por estas fechas precisamente, algunos cines de nuestro país exhibían una
curiosa cinta mexicana que llamó de inmediato mi atención por tratarse de una
ópera prima y por estar dirigida por una joven realizadora. El título de aquella
cinta era aún más curioso: “Los insólitos peces gato”. El filme no fue un
suceso de taquilla pero sí fue considerado por gran parte de la crítica como de
lo mejor del cine mexicano del 2014.
Aunque para algunos parecía ser una historia un tanto cursi, para el que
suscribe esto, fue una pequeña joya que destacó por su frescura, espontaneidad
y honestidad con que trataba un tema acerca de la familia, las relaciones
humanas y la amistad; sobre todo, presentando un argumento con tintes
biográficos y situaciones verídicas que le habían ocurrido a la propia
directora del filme en cuestión.
Hoy
recupero, para Revista Sputnik, gran
parte de lo que escribí en ese entonces, dentro de un portal de noticias que ya
no existe más por problemas con su sustentabilidad en éste efímero mundo de los
espacios digitales en el que vivimos. Lo hago porque considero a la película
del título de la presente columna, una buena recomendación en video que revisar
en estos tiempos; además de que se trata de una oportunidad para checar un
ejemplo de lo que se puede hacer, de forma correcta, en nuestra eternamente incipiente
industria fílmica mexicana, para poder trascender en los tiempos, formatos y
espacios. Agradezco, de antemano, la atención del respetable:
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De unos cereales morados apartados a unas Ruffles con queso y un vocho amarillo compartidos. De la soledad individual a las soledades aglomeradas en familia. De la naturalidad de una peculiar historia de amor fraternal a la sobriedad de una cuidada ópera prima. Así es como podría definir en una primera instancia la esencia del largometraje realizado por Claudia Sainte-Luce, el cual se denomina “Los insólitos peces gato”.
Se trata de un drama con momentos de comedia cuya historia
indaga en las vicisitudes de la muerte, el amor y la enfermedad, todos estos
elementos integrantes y catalizadores inevitables de la vida misma. El guión fluye
de manera eficaz porque nos propone un relato basado en acontecimientos reales
que le ocurrieron a la directora y lo hace sin caer en rebuscamientos de
diálogos o hasta de encuadres. Tanto el espectador como el cinéfilo promedio
podrán percibir de inmediato la autenticidad de la narración porque se trata de
una película epidérmica. Ojo con un plano secuencia en el que se adentra al
espectador al núcleo de la familia de uno de los personajes de forma natural y
poderosa.
Hay emotividad pero sin caer en los maniqueísmos;
existen situaciones y diálogos cómicos pero sin rayar en lo ridículo o utilizar
los gags de tres pesos. Como una de
las palabras que conforman su título, la película de Sainte-Luce luce asombrosa
o insólita por tratarse de una historia sencilla, cálida e introspectiva que se
desmarca de los temas de violencia y excesos hartamente tratados dentro del
cine mexicano. No alardea ni se desborda, simplemente se observa y se experimenta.
¿Quién no ha pasado por esa emoción de encontrar un pedazo de hogar en el corazón de extraños que te adoptan sin cuestionamientos o señalamientos?
En cuanto a las interpretaciones, Ximena Ayala aborda
su personaje con delicadeza y encanto, transmite esa dedicación y dulzura que
su Claudia requiere y también apoya
la actuación de sus compañeros sin querer trascender o lucirse con su rol
protagónico. Lisa Owen luce espectacular, no porque grite o patalee con la
interpretación de una madre moribunda, sino porque a pesar de la situación
terrible que vive su personaje, se trata de un ser que emana amor y
tranquilidad en cada secuencia que interviene; a su Martha le sobran las sonrisas y la generosidad para poder ayudar a
una extraña y todavía darse tiempo para convivir con su propia familia. El resto
del elenco también es insólitamente destacable: cada actor o actriz tienen una
secuencia para lucirse y desempeñar sus roles a la altura de la historia.
“Insólitos peces gato”, un futuro promisorio para una realizadora de nombre Claudia y apellido Sainte-Luce.
Un testimonio de vida que cautiva, enamora y emociona. De la vivencia y alma de una escritora a la consolidación de una joven directora. De las entrañas de un ente silencioso a las imágenes de un relato sustancioso. De la vida/muerte de aquellas personas que entran en nuestra cotidianidad al legado o enseñanza de su innegable humanidad.